Claude Monet y sus obras
Claude Monet (1840-1926) fue un pintor francés representante del impresionismo, reconocido tanto por sus hallazgos pictóricos en el tratamiento de la luz, como por haber hecho el cuadro que le daría el nombre al movimiento.
Junto con otros artistas, Monet fue responsable de haber abierto la puerta a la originalidad del lenguaje plástico por medio del tratamiento de luz y del estudio de la percepción del color. Conozcamos algunas de sus obras más importantes en este artículo.
1. El almuerzo sobre la hierba, 1865-1866
En 1863, la crítica destruyó a Edouard Manet en el Salón Oficial de París a causa de su obra Desayuno sobre la hierba. Sin embargo, Claude Monet había quedado fascinado por la pieza y decidió hacer su propia versión como homenaje al polémico pintor. La de Monet tendría las ambiciosas dimensiones de cuatro metros de alto por seis metros de largo. Era, al mismo tiempo, un reto.
Comenzó a pintar el Almuerzo sobre la hierba en 1865, avistando participar en el salón de 1866. Su precaria economía lo hizo abandonar el proyecto y tuvo que ofrecerlo como garantía de pago del alquiler. El lienzo estuvo enrollado y almacenado por su dueño temporal hasta que Monet lo recuperó en 1884. Ante el notable deterioro, hubo de recortarlo. De la obra quedan solo dos fragmentos: el central y el lateral izquierdo.
En la escena, el pintor representa un almuerzo campestre en un aire informal y cotidiano. Marcando distancia con Edouard Manet, retira el desnudo y viste a todos los personajes, cuyos trajes delatan su estilo de vida. Los personajes son, ciertamente, burgueses que celebran el festín de vivir, sin escándalo, sin trascendencia. A Monet no le interesa la polémica temática más que el lenguaje plástico.
Si bien la pieza original no logró preservarse completa, sí se preservó un Estudio para almuerzo sobre la hierba. La diferencia más evidente está en el joven sin barba que aparece sentado sobre el mantel. Este personaje es sustituido por un hombre barbado que parece una referencia a Gustave Coubert, un pintor realista muy admirado de Monet que se habría dignado a visitarlo en su taller en los días en que Monet trabajaba en el proyecto.
2. Camille con vestido verde, 1866
El cuadro Camille con vestido verde de Claude Monet fue exhibido en el Salón Oficial de 1866 y tuvo una gran aceptación, cosa que no fue del agrado de Edourad Manet que, al ser confundido con Monet, recibió felicitaciones por error. Además, Manet había estado en el ojo de las críticas en 1863 y el Salón Oficial lo había rechazado en 1865 a causa de su cuadro Olympia.
En su Libro Impresionismo, Paul Smith compara el cuadro Camille con vestido verde con la obra La dama con guante de Carolus-Duran, discípulo del pintor David y participante asiduo de los círculos realistas de París. Aunque la pieza de Carolus-Duran es posterior a la de Monet, la comparación le permite a Smith concluir que Monet había tomado una parte importante del lenguaje pictórico realista, ampliamente valorado en el gran Salón Oficial. De allí que fuera admitido.
En su análisis, Smith distingue que Monet ha hecho lucir el vestido, empleando para ello una pose artificial propia de las ilustraciones de moda. Al mismo tiempo, ha dotado la escena de luz artificial para acentuar el carácter. Monet deja traslucir elementos que recuerdan la iluminación y la calidez de Coubert y el trazo de Manet, que ejerció gran influencia en él.
3. Mujeres en el jardín, 1867
Paul Smith compara el lienzo Mujeres en el jardín de Monet con Minerva y las Gracias de Charles Greyre, en cuyo taller trabajó Monet algún tiempo. Con ello, Smith pone en evidencia la verdadera revolución de la generación impresionista.
Como era costumbre en el arte, Greyre representa un episodio de carácter literario-narrativo, intentando eternizar los ideales platónicos de belleza y bondad a través de la representación del mito de Minerva, diosa de la sabiduría, y las tres Gracias, símbolo de la hermosura. Volcado al contenido, la técnica del pintor se hace invisible para que el tema reluzca, sin dejar huella de su trazo.
Un año más tarde, Monet ejecuta un lienzo que representa igualmente a cuatro mujeres en un ambiente vegetal, pero estas serán mujeres comunes. El pintor no ha representado un valor eterno, sino un instante fugaz y pasajero, un gracioso encuentro entre amigas que celebran la vida burguesa. Son el símbolo de la nueva clase media que busca construir su propio valor.
Monet no oculta la técnica en el lienzo. Por el contrario, la exhibe, muestra el trazo, guía la atención del espectador al lenguaje plástico que Greyre y todos los pintores tradicionales hubieran ocultado deliberadamente.
Como era propio del estilo en germinación, Monet aprovecha los colores azules y verdes para sombrear y modificar la piel de los personajes. Retrata antes la luz veraniega intensa que se apodera de la escena. Lo trascendente será, pues, el lenguaje pictórico.
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4. La Grenouillére, 1869.
La Grenouillère se trata de una serie de varios cuadros tipo marina desde diferentes ángulos y momentos. En este lienzo, Monet se compromete ampliamente con el tratamiento de la luz y los efectos de ella sobre los objetos. Se entrega, rápidamente, a la plena forma del impresionismo.
A partir del trabajo al aire libre, cosa solo posible en aquella época gracias a la invención de los tubos de óleo, Monet aprovecha un trazo apurado para dar vida a las impresiones luminosas y a la fugacidad del momento. El espectador asiste a la escena como uno más. No hay juicio moral, no hay trascendencia temática. El interés se ha volcado sobre el lenguaje plástico.
Renoir hizo junto a Monet una versión de esta misma escena.
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5. Campo de amapolas, 1873
En 1871 Monet se establece temporalmente en Argenteuil, donde desarrolla con solidez el estilo que ha ido descubriendo, gracias también a los paisajes que le ofrecía aquella localidad. De esta etapa es la obra Campo de amapolas, exhibida en el Salón de los Rechazados de 1874 junto a otras 8 piezas.
En el cuadro se distinguen dos secciones separadas por líneas oblicuas. A la izquierda, en el campo de amapolas, predomina el rojo, mientras que a la derecha predomina el verde azulado. En la escena, el campo de amapolas es atravesado por dos parejas de mujer y niño. La que destaca en primer plano es la esposa de Monet, Camille, y su hijo Jean, quienes frecuentemente fueron modelos de sus cuadros.
6. Impresión del sol naciente, 1872
Entre los cuadros que Monet presentó en el Salón de los rechazados, uno causó verdadero escándalo: Impresión del sol naciente. Influenciado por la obra del pintor romántico inglés William Turner, Monet aplicó pinceladas gruesas, casi manchas que apenas insinúan la figuración. El principio de complementariedad de los colores hace su entrada abierta. Los colores, puestos unos al lado de los otros, crean la percepción de tonalidades completas.
La atmósfera luce nublada y las aguas parecen moverse con el paso de pequeños botes. Lejos de un paisaje bucólico, Monet representa al fondo un puerto industrializado, donde las máquinas de vapor y otras estructuras intervienen la bruma celeste. No ha ocultado nada. La vida está allí para que el pintor la retrate. El sol, que se resiste a tocar aquellas estructuras, deja su rastro naranja sobre las ondas del mar.
Tras la exposición de 1874, el crítico de arte Louis Leroy, partiendo del nombre del liezo provocador, acusó a Monet de limitarse a un mero “impresionismo”. Con la mayor dignidad, Monet y su generación asumieron esta descalificación como nombre del movimiento.
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7. Serie Estación de Saint-Lazare, 1877
Hacia 1877 Monet se muda nuevamente a París y, respondiendo a su deseos de ser un pintor de su tiempo, en lugar de dejar de lado el mundo cotidiano de la ciudad industrial, lo incorpora en sus lienzos. Será la estación de Saint-Lazare la que le dé a Monet la ocasión de seguir explorando la luminosidad y las texturas del vapor. Siete lienzos dedicará el pintor a la estación Saint-Lazare.
A diferencia de otras series donde Monet retrata el mismo paisaje bajo distintas variables atmosféricas, como La catedral de Rouen, en Estación Saint Lazare Monet retratará no solo diferentes atmósferas, sino objetivos, encuadres y perspectivas diferente de la vida en la estación.
8. Serie Los almiares, 1890-1891
Hacia 1883 Monet se muda a Giverny con su nueva pareja, Alice Hoschedé, luego de que Camille falleciera en 1879. Allí se dedica a explorar las nuevas posibilidades que el paisaje local le ofrece. Sin planificarlo así, acabó por desarrollar una de sus series más conocidas, Los almiares, que abarca un total de 25 lienzos. Monet logra captar la diversidad lumínica que distingue a cada período del año, sobre los montones de trigo.
Las ambiciones estéticas de Monet crecían con el tiempo. Algunos de estos cuadros fueron retocados luego en el estudio, para alcanzar mayor nivel de perfeccionamiento. En realidad, él necesitaba, dice Paul Smith, no solo retratar un efecto lumínico, sino hacer una composición armoniosa y una serie estéticamente unificada.
9. Serie La catedral de Rouen, 1890-1894
En un tiempo en que Francia asistía a un renacimiento del interés en la catolicidad, Monet se dedica a desarrollar esta serie inspirada en la catedral de Rouen, ubicada en la región francesa de Normandía.
Era la vista desde la ventana de un estudio que había alquilado, y que quedaba al cruzar la calle. La serie llegó a tener más de treinta piezas y ocho de ellas fueron vendidas antes de ser expuestas.
Además de captar la luminosidad, elemento característico de su obra, Monet logra con gran maestría capturar la porosidad y textura de la fachada de piedra del edificio religioso.
10. Serie El Parlamento Londres, 1900 a 1904
Durante un período de estancia en Londres junto con su esposa Alice, Monet se dedica a retratar la vista desde el Hospital San Thomas, que le permite capturar el río Támesis y el paisaje alrededor. Son de este período las series del Parlamento de Londres y también el puente de Charing Cross y el puente de Waterloo.
En la serie sobre el Parlamento de Londres, Monet logra representar el edificio entretejido con la niebla característica de la ciudad. Pero esta vez el parlamento será casi una fantasmagoría, una silueta que se abre en un fondo cargado y nublado, convertido en sombra. Nos recuerda a los trabajos de William Turner.
Años más tarde haría lo propio en la Serie de Venecia, que visitaría junto con su esposa de la mano de un grupo de entusiastas del arte, y en la que plasmaría diversos escenarios de la emblemática ciudad.
11. Serie Nenúfares, 1883-1924.
Durante su estancia en Giverny, Monet cultivó un hermoso jardín con un puente japonés. Ese jardín de Giverny no solo fue el pasatiempo de Monet. Fue también su fuente de inspiración, especialmente en los últimos años de su vida.
El pintor desarrolló a lo largo de los años una auténtica pasión por representar en sus lienzos aquellas maravillas de su jardín: los nenúfares. La serie alcanzaría un total de 250 lienzos, hoy distribuidos en muchas salas y galerías del mundo.
Parte de los Nenúfares de Monet fueron pintados en tiempos de la Primera Guerra Mundial. Si bien Monet estaba en un mundo privado y tranquilo, cuenta Paul Smith que desde su casa se podía escuchar el paso de los trenes con las municiones. Según el investigador, es posoble interpretar esta serie como un esfuerzo del pintor por preservar el mundo que la guerra amenazaba con destruir.
De hecho, Monet acabaría por donar una parte de la serie al Estado francés como un símbolo de paz, justo después de la firma del Armisticio de Compiègne, firmado el 11 de noviembre de 1918. Esta muestra, hoy conservada en el Museo de la Orangerie, es considerada la "Capilla Sixtina del impresionismo".